«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lecciones de Escuela Sabática en Audio

Lección 11 – Amor a cambio

Un director de cantos judío y su esposa, que vivían en Lincoln, Nebraska, EE. UU., comenzaron a recibir llamadas telefónicas amenazantes y obscenas. Descubrieron que las llamadas provenían de un cabecilla de un grupo discriminatorio estadounidense, el Ku Klux Klan. Al descubrir su identidad, podrían haberlo entregado a la policía. Pero optaron por un enfoque más radical. Cuando se enteraron de que era lisiado, ¡llamaron a su puerta con un pollo preparado para la cena! Él se quedó completamente atónito. El odio que sentía se deshizo ante el amor de ellos. La pareja siguió visitándolo y la amistad creció. ¡Incluso pensó en hacerse judío!
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento […]?” (Isa. 58:6, 7). Irónicamente, la pareja de Lincoln ayunó al compartir su cena con un opresor hambriento, ¡y por ende lo liberó de sus propias ataduras de prejuicio injusto!
Aprendamos más sobre este importante principio espiritual, según lo describe el profeta Isaías.

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Lección 10 – Lograr lo impensable

Lough Fook, un cristiano chino, tuvo compasión de sus compatriotas que se habían vuelto esclavos en las minas africanas. Quería darles la esperanza del evangelio, pero ¿cómo podría tener acceso a ellos? Su solución fue venderse por un período de cinco años como esclavo. Fue transportado a Demerara, donde trabajó en las minas y les habló a sus compañeros de trabajo acerca de Jesús.
Lough Fook murió, pero no antes de que doscientas personas fueran liberadas de la desesperanza al aceptar a Jesús como su Salvador.
¡Qué increíble sacrificio personal por el bien de los demás! ¡Qué ejemplo!
Al hacer lo impensable, es decir, humildemente “toma[r] forma de siervo” (Fil. 2:7), Jesús también logró lo inalcanzable: a ti, a mí y a todo el mundo sumido y perdido en el abismo del pecado.
Esta semana veremos este increíble acontecimiento profetizado cientos de años antes de que ocurriera.

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Lección 09 – Servir y salvar

Muchos sienten que sería un gran privilegio visitar los escenarios de la vida de Cristo en la Tierra, caminar por donde él anduvo, mirar el lago en cuya orilla se deleitaba en enseñar, y las colinas y los valles en los cuales sus ojos tan a menudo reposaron. Pero, no necesitamos ir a Nazaret, Capernaum o Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones humanos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la Tierra, andaremos en sus pisadas” (DTG 595).
Isaías habló de un siervo del Señor con una misión similar de misericordia: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. […] Para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isa. 42:3, 7).
Démosle un vistazo a este Siervo. ¿Quién es él y qué lleva a cabo?

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Lección 08 – «Consolaos, pueblo mío»

La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945, mientras un soldado japonés llamado Shoichi Yokoi se escondía en la jungla de la isla de Guam. Los folletos lanzados desde los aviones estadounidenses proclamaban la paz, pero Yokoi pensó que era un truco. Al ser un soldado leal y patriótico del emperador, había prometido no rendirse nunca. Como no tenía contacto con la civilización, vivía de lo que podía encontrar en la jungla, y pasaba miseria y dificultades.
En 1972, 27 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, unos cazadores se encontraron con Yokoi mientras estaba pescando, y recién allí se enteró de que el mensaje de paz había sido cierto. Mientras que el resto de su pueblo disfrutó de la paz durante décadas, Yokoi soportó décadas de privación y estrés (R. Gane, Altar Call, p. 304, adaptado).
Muchos siglos antes, a través del profeta Isaías, Dios anunció que el tiempo de ansiedad y sufrimiento de su pueblo realmente había terminado: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Isa. 40:1, 2).

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Lección 07 – La derrota de los asirios

Un hombre delgado camina descalzo con sus dos hijos. Otra familia acaba de cargar todas sus pertenencias en una carreta tirada por bueyes escuálidos. Un hombre guía los bueyes mientras dos mujeres se sientan en el carro. Los menos afortunados llevan sus pertenencias sobre sus hombros. Los soldados están por todas partes. Un ariete golpea la puerta de la ciudad. Los arqueros que están en la parte superior del ariete disparan a los defensores de los muros. La matanza frenética reina suprema.
Apretamos el botón de avance rápido. Un rey imponente está sentado en su trono, recibiendo el botín y a los cautivos. Algunos cautivos se le acercan con las manos en alto, suplicando piedad. Otros se arrodillan o se agachan. Las descripciones de estas escenas con el rey comienzan con estas palabras: “Senaquerib, rey del mundo, rey de Asiria” y continúan con expresiones como “se sentó en un nēmedu (trono) y el botín de la ciudad de Laquis pasó revista ante él” (J. M. Russell, The Writing on the Wall, 1999).
Esta serie de imágenes, que una vez adornaban los muros del “Palacio sin rival” de Senaquerib, ahora se encuentran en el Museo Británico, ¡y qué his- toria tienen para contar sobre la difícil situación del profeso pueblo de Dios!

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Lección 06 – Jugar a ser Dios

Después de que un pastor predicó un sermón penetrante sobre el orgullo, una mujer que lo había escuchado lo esperó y le dijo que estaba muy angustiada y que le gustaría confesar un gran pecado.
El pastor le preguntó cuál era el pecado.
“–El pecado del orgullo, porque hace unos días me senté frente al espejo admirando mi belleza –respondió ella.
“–Ah –respondió el pastor–, eso no fue un pecado de orgullo, ¡fue un pecado de imaginación!” (C. E. Macartney, compilado por Paul Lee Tan, p. 1.100). Desde que el pecado nació en el corazón de un ángel poderoso, el orgullo no ha respetado los límites de la realidad (ni en los ángeles ni en la gente). Los peores casos de este problema se ven en quienes albergan orgullo espiritual, un rasgo bastante lamentable en seres tan corrompidos que su salvación solo se halla en las obras que otro realiza en favor de ellos.
Esta semana, entre otras cosas, analizaremos el origen del orgullo y la altivez, los dos verdaderos pecados originales.

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Lección 05 – Noble Príncipe de Paz

“El Dr. Robert Oppenheimer, quien supervisó la creación de la primera bomba atómica, compareció ante una Comisión del Congreso [de los Estados Unidos]. Le preguntaron si había alguna defensa a favor del arma. ‘Por supuesto’, respondió el gran físico. ‘Y es…’ El Dr. Oppenheimer echó un vistazo a la audiencia silenciosa y expectante, y dijo suavemente: ‘La paz’ ” (P. L. Tan, Encyclopedia of 7,700 Illustrations: Signs of the Times, p. 989).
Se calcula que, desde el comienzo de los registros históricos, el mundo estuvo completamente en paz solo un ocho por ciento del tiempo. Durante estos años, se han roto al menos ocho mil tratados (P. L. Tan, p. 987, adaptado). Durante el medio siglo posterior al final de la Primera Guerra Mundial, que se suponía que era la guerra para poner fin a todas las guerras, hubo dos minutos de paz por cada año de guerra.
En 1895, Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, creó una fundación con el fin de establecer un premio para las personas que hacen una contribución sobresaliente a la paz (P. L. Tan, p. 988, adaptado). No obstante, en los últimos años, incluso algunos ganadores del Premio Nobel de la Paz han participado de violentos conflictos. Esta semana, leeremos sobre el único que puede brindar paz verdadera y eterna.

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Lección 04 – Por las malas

En un edificio en llamas en Harlem, Nueva York, una niña ciega estaba sentada en la ventana del cuarto piso. Los bomberos se habían desesperado. No podían encajar el camión que portaba la escalera entre los edificios, y no pudieron hacer que saltara a una red, que ella, por supuesto, no podía ver.
“Finalmente llegó su padre y gritó a través del megáfono que había una red, y que ella debía saltar cuando él le diera la orden. La niña saltó y estaba tan completamente relajada que no se rompió ningún hueso ni se hizo un esguince en la caída de cuatro pisos. Debido a que confiaba completamente en su padre, cuando escuchó la voz de su padre hizo lo que él dijo que era lo mejor” (M. P. Green, ed., 1500 Illustrations for Biblical Preaching, p. 135).
De la misma manera, Dios ofreció poderosas evidencias de que él quería lo mejor para sus hijos, pero ellos rechazaron las aguas mansas en la que se les presentó por primera vez; por ende, tuvo que hablarles con estrépito, como el ruido de muchas aguas.
¿Qué lecciones podemos aprender hoy de los errores de ellos?

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Lección 03 – Cuando tu mundo se cae a pedazos

Un sábado, Connie y Roy estacionaron frente a su casa al volver de la iglesia. Una gallina pigmea pasó volando frenéticamente frente a ellos por el jardín. Algo andaba mal. Se suponía que las aves domésticas debían estar a salvo en su corral, pero habían salido. Tras una investigación rápida, descubrieron que estaban en medio de una tragedia. Beethoven, el perrito del vecino, también había escapado de su patio y estaba al lado del estanque sosteniendo a Daisy con la boca. Daisy era una hermosa gallina ponedora con suaves plumas blancas en la cola. Connie rescató a Daisy, pero ya era demasiado tarde. Su preciosa mascota, ahora con el cuello destrozado, pronto murió en los brazos de Connie. Ella se sentó llorando, con el ave muerta.
Había otra mascota que estaba profundamente conmovida. Un pato alto y blanco llamado Waddlesworth vio que Connie sostenía a Daisy y, al pa- recer, supuso que ella la había matado, por lo que en las semanas siguientes, cada vez que Waddlesworth veía a Connie, él la atacaba brutalmente, pe- llizcándola dolorosamente con su fuerte pico. A veces es difícil determinar quiénes son tus amigos y tus enemigos.
Esta semana consideraremos a un rey de Judá que también tuvo este problema, y trataremos de entender por qué se equivocó en sus decisiones.

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Lección 02 – Crisis de liderazgo

Cuando uno de sus discípulos le preguntó a Confucio acerca de los ingredientes de un buen gobierno, este le respondió:
“–Comida suficiente, armas suficientes y la confianza de la gente común.
“–Pero supongamos que no tiene más remedio que prescindir de uno de esos tres, ¿a cuál renunciaría? –preguntó el discípulo.
“–A las armas –dijo Confucio.
“–Supongamos que luego se ve obligado a prescindir de uno de los dos que quedan, ¿a cuál renunciaría? –persistió su discípulo.
“–A la comida –respondió Confucio–. Desde hace mucho tiempo, el hambre ha sido la suerte de todos los hombres, pero un pueblo que ya no confía en sus gobernantes está realmente perdido” (M. P. Green, ed. 1500 Illustrations for Biblical Preaching, p. 215).
De hecho, la gente quiere un liderazgo fuerte y confiable. Cuando un soldado se estaba inscribiendo para un segundo período de servicio, el reclutador del ejército le preguntó por qué quería volver a alistarse. “Intenté llevar vida de civil”, dijo, “pero nadie se hace cargo allí afuera”.
Esta semana, analizaremos la crisis de liderazgo de Judá y los tristes resultados posteriores.

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