«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lección 04 – Defendamos la verdad

La ciudad bíblica de Esmirna mencionada en el Apocalipsis aún existe actual- mente. Esta antigua ciudad, de unos cien mil habitantes, prosperó a fines del siglo I y en el siglo II. Era una ciudad pujante y extremadamente leal a Roma.
Una vez al año se ordenaba que todos los ciudadanos de Esmirna quemaran incienso a los dioses romanos. Evidentemente, en el siglo II, Esmirna tenía también una próspera comunidad cristiana, y muchos no iban a acatar esa orden. Policarpo, uno de los primeros dirigentes de la iglesia, fue martirizado en la plaza pública de Esmirna, quemado en la hoguera por negarse a traicionar a su Señor quemando incienso a los dioses romanos. Cuando se le exigió por última vez que renegara de Cristo, el anciano respondió: “Ochenta y seis años lo he servido, y no me ha hecho ningún mal. ¿Cómo puedo hablar mal de mi Rey que me salvó?”
A lo largo de los siglos, hombres y mujeres han estado dispuestos a sufrir el martirio antes que renunciar a su fe en Cristo. Su sacrificio reaviva nuestro coraje. La historia de su compromiso con Cristo renueva el nuestro. Esta semana examinaremos algunos principios bíblicos que motivaron a los valdenses y a los reformadores posteriores, como Hus y Jerónimo, a permanecer fieles al Señor como fuera, incluso bajo la amenaza de muerte del mismo poder que mató a Policarpo, Roma, pero ahora en su fase papal.
La lección de esta semana se basa en El conflicto de los siglos, capítulos 4 al 6.

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Lección 03 – La luz brilla en la oscuridad

El Apocalipsis describe al diablo como dragón y serpiente (Apoc. 12:9). Dragón, porque desea destruir al pueblo de Dios; y serpiente, porque utiliza todas sus astutas mentiras para engañarlo. En los primeros años del cristianismo, miles de personas fueron torturadas, arrojadas a los leones y quemadas vivas por la Roma imperial por negarse a adorar a sus “dioses”. Sin embargo, muchos permanecieron fieles, el evangelio siguió difundiéndose y la iglesia creció.
Como resultado, Satanás cambió su estrategia. Decenas de paganos se bautizaron, pero sin una instrucción completa en la verdad. El error inundó la iglesia a medida que los dirigentes fusionaban las verdades de las Escrituras con las costumbres populares. Los siglos IV y V fueron épocas de sincretismo, cuando los líderes eclesiásticos mezclaban las prácticas paganas con las doctrinas cristianas.
No obstante, incluso en los momentos más difíciles de la vida, Dios estaba con su pueblo. Encontraron a Jesús, “el camino, la verdad y la vida” y, por el poder del Espíritu Santo, se mantuvieron firmes ante la abrumadora presión de abandonar sus convicciones. Permanecieron leales a la voluntad revelada de Dios.
La lección de esta semana se basa en El conflicto de los siglos, capítulo 3.

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Lección 02 – ¿Amor o egoísmo? Esa es la cuestión

Supongamos que eres un pastor que cuida de sus cabras en las laderas del Monte de los Olivos. Oyes voces. Inmediatamente reconoces la voz de Jesús. Te asombra lo que dice. A sus discípulos les resulta difícil comprenderlo.
Mientras el sol poniente resplandece en la cúpula dorada del Templo y se refleja en las magníficas paredes de mármol, Jesús afirma: “Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Mat. 24:2). Los discípulos están con- fundidos; y tú, también. ¿Qué podrían significar estas palabras? ¿Qué relación tienen con el fin del mundo, por el que preguntaron los discípulos de Jesús?
Absorto, escuchas cómo Jesús combina magistralmente la destrucción de Jerusalén con los sucesos previos a su regreso. Se describe la estrategia de Satanás para engañar y destruir al pueblo de Dios en el tiempo del fin. Las instrucciones de Jesús en Mateo 24 describen claramente los acontecimientos de los últimos días en el contexto de la caída de Jerusalén.
Estudiaremos la doble estrategia de Satanás para engañar y destruir al pueblo de Dios. Lo que el maligno no consigue mediante la persecución espera conseguirlo mediante la transigencia. A Dios nunca nada lo toma por sorpresa; protege a su pueblo incluso en los momentos más difíciles.
La lección de esta semana se basa en El conflicto de los siglos, capítulos 1 y 2.

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Lección 01 – La guerra detrás de todas las guerras

Si Dios es tan bueno, ¿por qué el mundo es tan malo? ¿Cómo puede un Dios de amor permitir que exista tanta maldad? ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? En la lección de esta semana exploraremos el conflicto milenario entre el bien y el mal. Comenzando con la rebelión de Lucifer en el Cielo, examinaremos el origen del mal y la paciencia de Dios para afrontar el problema del pecado.
Dios es un Dios de amor increíble. Su naturaleza misma es amor (1 Juan 4:7, 8). Todos sus actos son amorosos (Jer. 31:3). El amor nunca puede ser forzado, coaccionado ni legislado. Elena de White lo expresa muy bien, al escribir: “El amor se despierta únicamente por el amor” (El Deseado de todas las gentes, p. 22). Negar el poder de decisión es destruir la capacidad de amar, y destruir la capacidad de amar es erradicar la posibilidad de ser verdaderamente feliz. Dios se gana nuestra lealtad mediante su amor. Él está resolviendo el gran conflicto entre el bien y el mal de manera tal que el pecado nunca volverá a surgir en el universo. El propósito de Dios es demostrar ante todo el universo que siempre ha actuado teniendo en cuenta el bienestar de sus criaturas.
La lección de esta semana se basa en El conflicto de los siglos, capítulos 29 y 30.

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Lección 13 – ¡Espera en el Señor!

Hemos llegado a la última semana de este trimestre, en el que estudiamos los salmos. En este viaje espiritual, pasamos por la experiencia del sobrecogimiento ante el majestuoso Creador, Rey y Juez; por el gozo de la liberación divina, el perdón y la salvación; por momentos de entrega en el dolor y el lamento; y por las gloriosas promesas de la presencia eterna de Dios y el anhelo de la adoración perpetua y universal a Dios. Sin embargo, el viaje continúa mientras vivamos en la esperanza de la venida del Señor, cuando nuestro anhelo de Dios hallará su cumplimiento definitivo. Si hay una nota final que podamos extraer de los salmos, debería ser “espera en el Señor”.
Esperar en el Señor no es una espera ociosa ni desesperada. Al contrario, esperar en el Señor es un acto lleno de confianza y fe; una confianza y una fe que se revelan en la acción. Esperar en el Señor transforma nuestras noches tenebrosas con la expectación de la mañana radiante (Sal. 30:5; 143:8). Fortalece nuestro corazón con una esperanza y una paz renovadas. Nos motiva a trabajar con más ahínco al traer las gavillas de la abundante cosecha de los campos misioneros del Señor (Sal. 126:6; Mat. 9:36-38). Esperar en el Señor nunca nos avergonzará, sino que se recompensará con creces, porque el Señor es fiel a todas sus promesas (Sal. 37:7-11, 18, 34; 71:1; 119:137, 138).

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Lección 12 – Adoración sin fin

Amedida que aumenta nuestra experiencia con la gracia y el poder de Dios, nos sentimos impulsados a preguntar junto con el salmista: “¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí?” (Sal. 116:12). La respuesta inevitable es dedicar la vida a ser fiel a Dios.
En Salmos, Israel no es simplemente una nación, sino “la gran congregación” (Sal. 22:22, 25; 35:18). Esto revela la vocación primordial de Israel de alabar a Dios y dar testimonio de él a las demás naciones, porque el Señor anhela que todo el mundo se una a su pueblo en la adoración. El pueblo del Señor se identifica con los justos, aquellos que adoran al Señor y cuya esperanza está en él y en su amor.
Alabar al Señor en la congregación se percibe como el culto ideal. Esto no significa que la oración y la alabanza personales en Israel asuman un papel secundario. Al contrario, el culto individual a Dios sustenta el culto comunitario con alabanzas renovadas (Sal. 22:22, 25) mientras, a su vez, el culto individual desarrolla todo su potencial en estrecha relación con la comunidad. La comunidad que rinde culto también recibe el nombre de “congregación de los rectos” (Sal. 111:1). Los rectos conocen a Dios (Sal. 36:10) y Dios los conoce a ellos (Sal. 37:18), y esta experiencia permea todos los aspectos de su existencia.

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Lección 11 – El anhelo de Dios en Sion

Los cantos de Sion son himnos alegres que magnifican la belleza de Sion y la soberanía del Señor, quien reina desde su monte santo. Estos salmos a menudo alaban los méritos de la casa del Señor y expresan un amor por el Santuario que se encuentra también en otros salmos. Muchos de estos salmos fueron compuestos por los hijos de Coré, quienes experimentaron de primera mano la bendición de la casa del Señor como músicos del Templo (1 Crón. 6:31- 38) y como guardianes de las puertas del Templo (1 Crón. 9:19).
¿Qué hace que Sion sea fuente de esperanza y alegría? Sion representaba la viva presencia de Dios entre su pueblo. Así como el pueblo de Israel es el pueblo elegido de Dios (Deut. 7:6), Sion es el monte elegido de Dios (Sal. 78:68; 87:2). Dios reina desde Sion (Sal. 99:1, 2) y fundó su Templo también en Sion (Sal. 87:1). Así pues, Sion es un lugar de bendiciones y de refugio divinos. A menudo se hace referencia a Sion en paralelo (o incluso en forma indistinta) con Jerusalén y el Santuario, el centro de la obra de salvación de Dios para el mundo antiguo.
Las bendiciones de Sion desbordan hasta los confines de la Tierra, porque la Persona y la gracia del Señor superan los límites de cualquier lugar santo. Sion es el gozo de toda la Tierra (Sal. 48:2), y proclama que toda la Tierra pertenece a Dios.

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Lección 10 – Lecciones del pasado

En numerosos salmos, la alabanza adopta la dinámica de narrar los poderosos actos de salvación del Señor. Estos salmos suelen llamarse “salmos de la historia de la salvación”, o “salmos históricos”. Algunos apelan al pueblo de Dios, al pedirle que aprenda de su historia; en particular, de sus errores y de los de sus antepasados. Ciertos salmos históricos contienen una nota predominante de himnos que destacan los maravillosos hechos de Dios en el pasado en favor de su pueblo y que fortalecen su confianza en el Señor, quien es capaz y fiel para librarlos de sus dificultades presentes.
El atractivo especial de los salmos históricos es que nos ayudan a ver nuestra vida como parte de la historia del pueblo de Dios y a reclamar ese pasado como propio. Como hemos sido adoptados en la familia del pueblo histórico de Dios por medio de Cristo (Rom. 8:15; 9:24-26; Gál. 4:6, 7), la herencia histórica del antiguo pueblo de Israel es, de hecho, el relato de nuestra ascendencia espiritual. Por lo tanto, podemos y debemos aprender de su pasado, que también es el nuestro.
El objetivo final es comprender que cada generación del pueblo de Dios desempeña un papel pequeño pero significativo en el gran despliegue histórico de los propósitos soberanos de Dios en el Gran Conflicto.

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Lección 09 – ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Los salmos dan testimonio de la persona y el ministerio de Cristo. Casi todos los aspectos de su obra en el plan de salvación se ven en los salmos. De diversas maneras, la vida y la obra de Cristo están prefiguradas y predichas en ellos, a menudo con notable exactitud.
Los temas revelados en los salmos incluyen la divinidad de Cristo, su filiación divina, su obediencia, su celo por el Templo de Dios, su identidad como Buen Pastor, la traición, su sufrimiento, sus huesos que no fueron quebrados; su muerte, resurrección, ascensión, sacerdocio y realeza. Todo está allí, como se predijo muchos siglos antes de que Jesús viniera en carne y hueso.
No es de extrañar, por ejemplo, que al hablar de su ministerio Jesús citara Salmos en su conversación con los discípulos camino a Emaús (Luc. 24:44). Quería que encontraran en los salmos la prueba de quién era él.
Algunos de los salmos que tienen un cumplimiento tipológico en Cristo son Salmos 24, 45, 72 y 101 (el Rey y Juez ideal), 88 y 102 (oraciones del siervo sufriente de Dios). En todos los salmos, mediante lamentos, acciones de gracias, alabanzas y el clamor en busca de justicia y liberación de los salmistas, podemos oír los ecos de la oración de Cristo por la salvación del mundo.

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Lección 08 – Sabiduría para vivir con rectitud

Como hemos visto, la gracia de Dios ofrece el perdón de los pecados y crea un corazón nuevo en el pecador arrepentido, que ahora vive por la fe.
La Palabra de Dios también brinda instrucciones para una vida justa (Sal. 119:9-16). Cumplir la Ley de Dios de ninguna manera es una observancia legalista de normas, sino vivir en una relación íntima con Dios, una vida llena de bendiciones (Sal. 119:1, 2; 128).
No obstante, la vida del justo no está exenta de tentaciones. A veces, el justo puede verse tentado por la naturaleza astuta del pecado (Sal. 141:2-4) e incluso caer en esa tentación. Dios permite tiempos de prueba para que la fidelidad (o la infidelidad) de sus hijos se revele claramente. Si los hijos de Dios prestan atención a la instrucción y la amonestación de Dios, su fe se purificará y su confianza en el Señor se fortalecerá. La sabiduría para vivir rectamente se adquiere mediante la dinámica de la vida en compañía de Dios en medio de las tentaciones y los desafíos. Por eso, la oración en ruego a Dios de que nos enseñe a contar nuestros días para que adquiramos un corazón sabio (Sal. 90:12) refleja un compromiso continuo de ser fieles al Señor.

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