«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lección 04 – “Amarás al Señor tu Dios”

En la religión judía, una de las oraciones más importantes se extrae de Deuteronomio 6. Se la conoce como el “Shemá”, basado en la primera palabra hebrea de la oración, de la raíz, shemá‘, que significa “escuchar”, o incluso “obedecer”; una palabra que aparece una y otra vez, no solo en Deuteronomio sino en todo el Antiguo Testamento.
La primera línea del Shemá –en hebreo– dice así: Shemá, Israel, Adonai Elohenu, Adonai ejad.
Significa: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut. 6:4). En la tradición judía, esta Escritura se repite como una oración, con los ojos tapados, con la intención de que nada distraiga de pensar en Dios. Esta primera línea del Shemá se considera una afirmación de la naturaleza monoteísta de Adonai Elohenu, “Jehová nuestro Dios”, y la lealtad de Israel solo a él y a ningún otro “dios”. De hecho, también se podría leer como “Jehová es nuestro Dios”.
Esta línea es parte del primer discurso que Moisés les dio a los hijos de Israel cuando estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida. Sin embargo, lo que sigue a esa línea de apertura es una poderosa expresión de la verdad que sigue siendo tan esencial ahora como lo fue entonces.

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Lección 03 – El Pacto perpetuo

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). Observa, es “el evangelio eterno”, que siempre existió, que siempre estuvo allí, que se nos prometió en Cristo Jesús “desde antes del comienzo del tiempo” (Tito 1:2, RVA-2015).
Por lo tanto, no es de extrañar que la Biblia hable en otras ocasiones sobre el pacto “perpetuo”, “eterno” o “sempiterno” (Gén. 17:7; Isa. 24:5; Eze. 16:60; Heb. 13:20), porque la esencia del evangelio es el Pacto, y la esencia del Pacto es el evangelio: Dios, por su gracia y su amor salvíficos, te ofrece una salvación que no mereces y que nunca podrás ganar; y tú, en respuesta, le devuelves el amor “con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mar. 12:30); un amor que se manifiesta por la obediencia a su Ley: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3).
Esta semana veremos la idea del Pacto según se expresa en el libro de Deuteronomio, donde el Pacto y todo lo que este implica se ponen de manifiesto.

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Lección 02 – La lección de historia de Moisés

“Estas son las palabras que habló Moisés” (Deut. 1:1). Así comienza el libro de Deuteronomio. Y, aunque Moisés y la presencia de Moisés dominan el libro, desde estas palabras iniciales hasta su muerte en la tierra de Moab (Deut. 34:5), Deuteronomio (como toda la Biblia) en realidad tiene que ver con el Señor Jesús. Porque él es quien nos creó (Gén. 1; 2; Juan 1:1-3), nos sostiene (Col. 1:15-17; Heb. 1:3) y nos redime (Isa. 41:14; Tito 2:14). Y, en un sentido más amplio de esas palabras, Deuteronomio revela cómo el Señor siguió creando, sosteniendo y redimiendo a su pueblo en este momento crucial en la historia de la salvación.
Básicamente, justo cuando los hijos de Israel están por entrar en Canaán, Moisés les da una lección de historia, un tema que se repite en toda la Biblia: recuerden lo que el Señor ha hecho por ustedes en el pasado. “No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada” (NB 193).

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Lección 01 – Preámbulo de Deuteronomio

El libro de Deuteronomio, por supuesto, no surgió de la nada. Como todo en la vida, Deuteronomio existe en un contexto; y –como todo en la vida– ese contexto juega un papel importante en la interpretación de lo que significa el libro y cuál es su propósito.
Lo precedió mucha historia, una historia que explica las circunstancias, no solo del libro en sí, sino también del mundo y el entorno que crean su contexto. Así como sería difícil entender el propósito y la función de un limpiaparabrisas fuera del contexto de un automóvil, sería difícil entender Deuteronomio –especialmente nuestro enfoque (Deuteronomio y la Verdad Presente)– fuera del contexto en el que surgió este documento bíblico.
Alguien leyó La guerra y la paz, del escritor ruso León Tolstói, unas mil quinientas páginas, en solo tres días. Cuando se le preguntó de qué trataba el libro, el lector respondió: “Se trata de Rusia”.
Abarcar en una lección semanal los miles de años de historia antes de llegar a Deuteronomio es hacer algo parecido. Pero, al centrarnos en los aspectos más destacados, podemos ver el contexto necesario para comprender mejor este libro, tan lleno de la “Verdad Presente”.

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