«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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Lección 06 – Jesús, el Sacerdote fiel

El pecado causó el abismo que existía entre Dios y nosotros. El problema se agravó porque el pecado también implicaba la corrupción de nuestra naturaleza. Dios es santo, y el pecado no puede existir en su presencia. Por lo tanto, nuestra propia naturaleza corrupta nos separó de Dios, al igual que dos imanes en la orientación incorrecta se repelen entre sí. Además, nuestra naturaleza corrupta hizo imposible que como seres humanos obedezcamos la Ley de Dios. El pecado también implica malentendidos. Los seres humanos perdimos de vista el amor y la misericordia de Dios y llegamos a verlo como iracundo y exigente.
Esta semana, estudiaremos las cosas maravillosas que hicieron el Padre y Jesús para salvar ese abismo. Hebreos 5 al 7 brinda un análisis cuidadoso del sacerdocio de Jesús. El autor analiza su origen y su propósito (Heb. 5:1-10) y luego exhorta a los lectores a no ignorarlo (Heb. 5:11-6:8), sino a aferrarse a la seguridad de la esperanza que ofrece (Heb. 6:9-20). También explica las características de su sacerdocio (Heb. 7:1-10) y sus implicaciones para la relación de Dios con los creyentes (Heb. 7:11-28). Esta semana nos centraremos específicamente en Hebreos 5:1 al 10 y 7:1 al 28.

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Lección 05 – Jesús, el Dador del descanso

Hebreos 1 y 2 se centraron en la entronización de Jesús como Gobernante y Libertador del pueblo de Dios. Hebreos 3 y 4 presentan a Jesús como el que nos brindará descanso. Esta progresión tiene sentido una vez que recordamos que el pacto davídico prometía que Dios les daría “descanso” de sus enemigos al Rey prometido y a su pueblo (2 Sam. 7:10, 11). Este descanso está disponible para nosotros ahora que Jesús está sentado a la diestra de Dios.
Hebreos describe el descanso como un descanso que pertenece a Dios y como un descanso sabático (Heb. 4:1-11). Dios hizo que este descanso, que era suyo, estuviera disponible para Adán y Eva. El primer sábado fue la experiencia de la perfección con aquel que hizo posible esa perfección. Dios también promete un descanso sabático porque la verdadera observancia del sábado materializa la promesa de que Dios restituirá esa perfección.
Cuando guardamos el sábado, recordamos que Dios hizo una provisión perfecta para nosotros cuando creó el mundo y cuando lo redimió en la Cruz. Sin embargo, la verdadera observancia del sábado es más que un acto de conmemoración. Es un anticipo, en este mundo imperfecto, del futuro que Dios ha prometido.

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Lección 04 – Jesús, nuestro Hermano fiel

Hebreos 1 habla de Jesús como el Hijo de Dios, el Gobernante de los ángeles, y “el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es” (Heb. 1:3, NVI). En Hebreos 2, Jesús es el Hijo del Hombre, que fue hecho inferior a los ángeles y que adoptó la naturaleza humana con toda su fragilidad, aun hasta el punto de la muerte (Heb. 2:7).
En Hebreos 1, Dios dice acerca de Jesús: “Mi Hijo eres tú” (Heb. 1:5). En Hebreos 2, Jesús, al referirse a los hijos de los seres humanos, dice que son sus “hermanos” (Heb. 2:12).
En Hebreos 1, el Padre declara la soberanía divina del Hijo (Heb. 1:8-12). En Hebreos 2, el Hijo manifiesta su fidelidad al Padre (Heb. 2:13).
En Hebreos 1, Jesús es el divino Señor, Creador, Sustentador y Soberano. En Hebreos 2, Jesús es el Sumo Sacerdote humano, misericordioso y fiel.
En resumen, la descripción de Jesús como un hermano fiel y misericordioso se ve representada en la descripción del Hijo como la máxima manifestación del eterno Dios creador (Heb. 1:1-4).

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Lección 03 – Jesús, el Hijo prometido

Inmediatamente después de que Adán y Eva pecaron, Dios les prometió una “descendencia”, un Hijo que los libraría del enemigo, recuperaría la herencia que se había perdido y cumpliría el propósito para el que habían sido creados (Gén. 3:15). Este Hijo los representaría y los redimiría tomando su lugar y, finalmente, destruyendo a la serpiente.
“Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese rápidamente. Con gozo dieron la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó” (DTG 23). La promesa le fue confirmada más tarde a Abraham. Dios le juró que tendría una “simiente”, un Hijo a través del cual todas las naciones de la Tierra serían bendecidas (Gén. 22:16-18; Gál. 3:16). Y Dios hizo lo mismo con David. Le prometió a David que su hijo sería adoptado por Dios como Hijo propio y que se establecería como un gobernante justo sobre todos los reyes de la Tierra (2 Sam. 7:12-14; Sal. 89:27-29). Sin embargo, lo que ni Adán, ni Eva, ni Abraham ni David probablemente nunca se imaginaron era que su Hijo redentor sería Dios mismo.

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Lección 02 – El mensaje de Hebreos

Un documento judío escrito unas décadas después de Hebreos, alrededor del año 100 d.C., contiene una oración: “Todo esto he hablado delante de ti, oh Señor, porque dijiste que fue por nosotros que creaste este mundo.
[…] Y ahora, oh Señor, he aquí estas naciones, que son consideradas como nada, nos dominan y nos devoran. Pero nosotros, tu pueblo, a quien has llamado tu primogénito, unigénito, celoso de ti y muy amado, hemos sido entregados en sus manos” (J. H. Charlesworth, ed., The Old Testament Pseudepigrapha [Pseudoepigráficos del Antiguo Testamento], t. 1, p. 536).
Los lectores de Hebreos probablemente sintieron algo similar. Si eran hijos de Dios, ¿por qué estaban pasando por tanto sufrimiento?
Por ende, Pablo escribió Hebreos para fortalecer la fe de los creyentes en medio de sus pruebas. Les recordó (a ellos y a nosotros) que las promesas de Dios se cumplirán a través de Jesús, quien está sentado a la diestra del Padre y que pronto nos llevará a casa. Mientras tanto, Jesús nos transmite las bendiciones del Padre. Por ende, debemos aferrarnos a nuestra fe hasta el final.

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Lección 01 – La carta a los Hebreos y a nosotros

¿Alguna vez imaginaste cómo sería escuchar predicar a Jesús o a uno de los apóstoles? Tenemos extractos de escritos y resúmenes de algunos de sus sermones, pero estos brindan solo una idea limitada de cómo sería escucharlos. No obstante, Dios conservó en las Escrituras al menos un sermón completo para nosotros: la carta de Pablo a los Hebreos.
Pablo, el autor de Hebreos, se refirió a su propia obra como una “palabra de exhortación” (Heb. 13:22). Esta expresión se utilizaba para referirse al sermón (Hech. 13:15; 1 Tim. 4:13). Por lo tanto, se cree que Hebreos es el primer “sermón cristiano completo” que tenemos. Hebreos estaba dirigido a creyentes en Cristo que experimentaron dificultades. Algunos fueron públicamente avergonzados y perseguidos (Heb. 10:32–34). Otros afrontaban problemas económicos (Heb. 13:5, 6). Muchos estaban cansados, y habían comenzado a cuestionarse su fe (Heb. 3:12, 13). ¿Alguno de nosotros hoy puede sentirse identificado?
Sin embargo, el apóstol, con un sermón conmovedor, los desafió (a ellos y, por extensión, a nosotros) a perseverar en la fe en Jesús y a fijar sus ojos en Jesús, quien ahora está en el Santuario celestial.

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