«Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Mateo 4:4

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1er Trimestre 2024 - El libro de Salmos

Lección 13 – ¡Espera en el Señor!

Hemos llegado a la última semana de este trimestre, en el que estudiamos los salmos. En este viaje espiritual, pasamos por la experiencia del sobrecogimiento ante el majestuoso Creador, Rey y Juez; por el gozo de la liberación divina, el perdón y la salvación; por momentos de entrega en el dolor y el lamento; y por las gloriosas promesas de la presencia eterna de Dios y el anhelo de la adoración perpetua y universal a Dios. Sin embargo, el viaje continúa mientras vivamos en la esperanza de la venida del Señor, cuando nuestro anhelo de Dios hallará su cumplimiento definitivo. Si hay una nota final que podamos extraer de los salmos, debería ser “espera en el Señor”.
Esperar en el Señor no es una espera ociosa ni desesperada. Al contrario, esperar en el Señor es un acto lleno de confianza y fe; una confianza y una fe que se revelan en la acción. Esperar en el Señor transforma nuestras noches tenebrosas con la expectación de la mañana radiante (Sal. 30:5; 143:8). Fortalece nuestro corazón con una esperanza y una paz renovadas. Nos motiva a trabajar con más ahínco al traer las gavillas de la abundante cosecha de los campos misioneros del Señor (Sal. 126:6; Mat. 9:36-38). Esperar en el Señor nunca nos avergonzará, sino que se recompensará con creces, porque el Señor es fiel a todas sus promesas (Sal. 37:7-11, 18, 34; 71:1; 119:137, 138).

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Lección 12 – Adoración sin fin

Amedida que aumenta nuestra experiencia con la gracia y el poder de Dios, nos sentimos impulsados a preguntar junto con el salmista: “¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí?” (Sal. 116:12). La respuesta inevitable es dedicar la vida a ser fiel a Dios.
En Salmos, Israel no es simplemente una nación, sino “la gran congregación” (Sal. 22:22, 25; 35:18). Esto revela la vocación primordial de Israel de alabar a Dios y dar testimonio de él a las demás naciones, porque el Señor anhela que todo el mundo se una a su pueblo en la adoración. El pueblo del Señor se identifica con los justos, aquellos que adoran al Señor y cuya esperanza está en él y en su amor.
Alabar al Señor en la congregación se percibe como el culto ideal. Esto no significa que la oración y la alabanza personales en Israel asuman un papel secundario. Al contrario, el culto individual a Dios sustenta el culto comunitario con alabanzas renovadas (Sal. 22:22, 25) mientras, a su vez, el culto individual desarrolla todo su potencial en estrecha relación con la comunidad. La comunidad que rinde culto también recibe el nombre de “congregación de los rectos” (Sal. 111:1). Los rectos conocen a Dios (Sal. 36:10) y Dios los conoce a ellos (Sal. 37:18), y esta experiencia permea todos los aspectos de su existencia.

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Lección 11 – El anhelo de Dios en Sion

Los cantos de Sion son himnos alegres que magnifican la belleza de Sion y la soberanía del Señor, quien reina desde su monte santo. Estos salmos a menudo alaban los méritos de la casa del Señor y expresan un amor por el Santuario que se encuentra también en otros salmos. Muchos de estos salmos fueron compuestos por los hijos de Coré, quienes experimentaron de primera mano la bendición de la casa del Señor como músicos del Templo (1 Crón. 6:31- 38) y como guardianes de las puertas del Templo (1 Crón. 9:19).
¿Qué hace que Sion sea fuente de esperanza y alegría? Sion representaba la viva presencia de Dios entre su pueblo. Así como el pueblo de Israel es el pueblo elegido de Dios (Deut. 7:6), Sion es el monte elegido de Dios (Sal. 78:68; 87:2). Dios reina desde Sion (Sal. 99:1, 2) y fundó su Templo también en Sion (Sal. 87:1). Así pues, Sion es un lugar de bendiciones y de refugio divinos. A menudo se hace referencia a Sion en paralelo (o incluso en forma indistinta) con Jerusalén y el Santuario, el centro de la obra de salvación de Dios para el mundo antiguo.
Las bendiciones de Sion desbordan hasta los confines de la Tierra, porque la Persona y la gracia del Señor superan los límites de cualquier lugar santo. Sion es el gozo de toda la Tierra (Sal. 48:2), y proclama que toda la Tierra pertenece a Dios.

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Lección 10 – Lecciones del pasado

En numerosos salmos, la alabanza adopta la dinámica de narrar los poderosos actos de salvación del Señor. Estos salmos suelen llamarse “salmos de la historia de la salvación”, o “salmos históricos”. Algunos apelan al pueblo de Dios, al pedirle que aprenda de su historia; en particular, de sus errores y de los de sus antepasados. Ciertos salmos históricos contienen una nota predominante de himnos que destacan los maravillosos hechos de Dios en el pasado en favor de su pueblo y que fortalecen su confianza en el Señor, quien es capaz y fiel para librarlos de sus dificultades presentes.
El atractivo especial de los salmos históricos es que nos ayudan a ver nuestra vida como parte de la historia del pueblo de Dios y a reclamar ese pasado como propio. Como hemos sido adoptados en la familia del pueblo histórico de Dios por medio de Cristo (Rom. 8:15; 9:24-26; Gál. 4:6, 7), la herencia histórica del antiguo pueblo de Israel es, de hecho, el relato de nuestra ascendencia espiritual. Por lo tanto, podemos y debemos aprender de su pasado, que también es el nuestro.
El objetivo final es comprender que cada generación del pueblo de Dios desempeña un papel pequeño pero significativo en el gran despliegue histórico de los propósitos soberanos de Dios en el Gran Conflicto.

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Lección 09 – ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Los salmos dan testimonio de la persona y el ministerio de Cristo. Casi todos los aspectos de su obra en el plan de salvación se ven en los salmos. De diversas maneras, la vida y la obra de Cristo están prefiguradas y predichas en ellos, a menudo con notable exactitud.
Los temas revelados en los salmos incluyen la divinidad de Cristo, su filiación divina, su obediencia, su celo por el Templo de Dios, su identidad como Buen Pastor, la traición, su sufrimiento, sus huesos que no fueron quebrados; su muerte, resurrección, ascensión, sacerdocio y realeza. Todo está allí, como se predijo muchos siglos antes de que Jesús viniera en carne y hueso.
No es de extrañar, por ejemplo, que al hablar de su ministerio Jesús citara Salmos en su conversación con los discípulos camino a Emaús (Luc. 24:44). Quería que encontraran en los salmos la prueba de quién era él.
Algunos de los salmos que tienen un cumplimiento tipológico en Cristo son Salmos 24, 45, 72 y 101 (el Rey y Juez ideal), 88 y 102 (oraciones del siervo sufriente de Dios). En todos los salmos, mediante lamentos, acciones de gracias, alabanzas y el clamor en busca de justicia y liberación de los salmistas, podemos oír los ecos de la oración de Cristo por la salvación del mundo.

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Lección 08 – Sabiduría para vivir con rectitud

Como hemos visto, la gracia de Dios ofrece el perdón de los pecados y crea un corazón nuevo en el pecador arrepentido, que ahora vive por la fe.
La Palabra de Dios también brinda instrucciones para una vida justa (Sal. 119:9-16). Cumplir la Ley de Dios de ninguna manera es una observancia legalista de normas, sino vivir en una relación íntima con Dios, una vida llena de bendiciones (Sal. 119:1, 2; 128).
No obstante, la vida del justo no está exenta de tentaciones. A veces, el justo puede verse tentado por la naturaleza astuta del pecado (Sal. 141:2-4) e incluso caer en esa tentación. Dios permite tiempos de prueba para que la fidelidad (o la infidelidad) de sus hijos se revele claramente. Si los hijos de Dios prestan atención a la instrucción y la amonestación de Dios, su fe se purificará y su confianza en el Señor se fortalecerá. La sabiduría para vivir rectamente se adquiere mediante la dinámica de la vida en compañía de Dios en medio de las tentaciones y los desafíos. Por eso, la oración en ruego a Dios de que nos enseñe a contar nuestros días para que adquiramos un corazón sabio (Sal. 90:12) refleja un compromiso continuo de ser fieles al Señor.

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Lección 07 – Tu amor es grande hasta los cielos

Los salmistas reconocen que son espiritualmente pobres y que no tienen nada bueno para ofrecer a Dios; es decir, que no tienen nada en sí mismos que los recomiende ante el santo Trono de Dios (Sal. 40:17). Entienden que, como todos nosotros, necesitan gracia, la gracia de Dios.
En resumen, necesitan el evangelio.
Los salmos subrayan el hecho de que la gente depende de la misericordia de Dios por completo. Afortunadamente, la misericordia de Dios es eterna, como lo demuestran la Creación de Dios y la historia del pueblo de Dios (Sal. 136). Ante el Dios eterno, la vida humana es tan efímera como la hierba, pero Dios se compadece de los seres humanos y renueva sus fuerzas (Sal. 103:3, 5, 15), y en él tienen la promesa de la eternidad.
El pueblo de Dios se consuela con el hecho de que el Señor es fiel a su Pacto. Las súplicas del pueblo, aunque a veces sean apremiantes, suelen estar llenas de esperanza, porque se dirigen a su compasivo Padre celestial (Sal. 103:1; 68:5; 89:26). Las nuevas experiencias de la gracia y el amor de Dios fortalecen su determinación de adorar y servir a Dios; a nadie ni a nada más.

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Lección 06 – Me levantaré

Nuestra época no es la única en la que rugen el mal, la injusticia y la opresión. Los salmistas también vivieron en tiempos así. Por eso, los salmos son también protestas de Dios contra la violencia y la opresión en el mundo; en nuestro mundo y también en el de los salmistas.
Sí, el Señor es piadoso y retiene su ira en su gran paciencia, porque no quiere que ninguno se pierda, sino que todos se arrepientan y cambien de conducta (2 Ped. 3:9-15). Y, aunque el momento oportuno para la intervención de Dios no siempre coincide con las expectativas humanas, el día del Juicio de Dios se acerca (Sal. 96:13; 98:9). Solo tenemos que confiar en él y en sus promesas hasta que llegue ese día.
Solo el Creador, cuyo Trono se fundamenta en la rectitud y la justicia (Sal. 89:14; 97:2), puede brindar estabilidad y prosperidad al mundo con su Juicio soberano. La dimensión doble del Juicio divino incluye la liberación de los oprimidos y la destrucción de los impíos (Sal. 7:6-17).
Esto es lo que se nos ha prometido, y esto es lo que efectivamente ocurrirá algún día; pero según los tiempos de Dios, no los nuestros, un aspecto que el salmista enfatiza.

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Lección 05 – Cómo cantar la canción del Señor en tierra extraña

No necesitamos adentrarnos en el libro de Salmos para descubrir que los salmos se expresan en un mundo imperfecto, lleno de pecado, maldad, sufrimiento y muerte. La Creación, estable y dirigida por el Señor soberano y sus leyes justas, se ve constantemente amenazada por el mal. A medida que el pecado corrompe el mundo cada vez más, la Tierra se ha convertido más en una “tierra extraña” para el pueblo de Dios. Esta realidad le plantea un problema al salmista: ¿Cómo vivir una vida de fe en una tierra extraña?
Como ya hemos visto, los salmistas reconocen el gobierno soberano y el poder de Dios, así como sus justos juicios. Saben que Dios es la ayuda y el refugio eternos e infalibles en tiempos de angustia. Por eso, los salmistas se sienten a
veces perplejos (¿quién no?) ante la aparente ausencia de Dios y la prosperidad del mal frente al Señor soberano y bueno. La naturaleza paradójica de los salmos como oraciones se demuestra en las respuestas de los salmistas al aparente silencio de Dios. En otras palabras, los salmistas responden a la aparente ausencia de Dios, así como a su presencia.

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Lección 04 – El Señor oye y salva

Una y otra vez, Salmos pone de relieve la verdad de que el Señor soberano, quien creó y sostiene el Universo, también se revela como un Dios personal que inicia y mantiene una relación con su pueblo.
Dios está cerca de su pueblo y de su Creación, tanto en el Cielo como en la Tierra (Sal. 73:23, 25). Aunque “estableció en el cielo su trono” (Sal.103:19) y “cabalga sobre las nubes” (Sal. 68:4), también “está cerca de todo el que lo invoca, del que lo invoca de veras” (Sal.145:18). Los salmos sostienen invariablemente la verdad de que el Señor es el Dios vivo, que actúa en favor de quienes lo invocan (Sal. 55:16-22). Los salmos son significativos precisamente porque están motivados y dirigidos al Dios vivo, que escucha y responde a las oraciones.
Debemos recordar que la respuesta adecuada a la cercanía del Señor consiste en una vida de fe en él y de obediencia a sus mandamientos. Nada que no sea esta fe y esta obediencia será aceptable para él, como a menudo lo reveló la historia de Israel.

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Lección 03 – El Señor reina

Salmos sostiene inquebrantablemente la creencia fundamental en el reinado soberano de Dios. El Señor creó y sostiene todo lo que ha creado. Él es el Rey soberano sobre todo el mundo, y lo gobierna con justicia y rectitud.
Sus leyes y sus estatutos son buenos y dan vida a quienes los cumplen. El Señor es un Juez justo que se asegura de que el mundo permanezca bien ordenado, y lo hace recompensando a los justos y castigando a los impíos; pero según sus tiempos, no los nuestros.
El pacto de Dios con Israel desempeña un papel especial en la redención del mundo, porque anuncia la salvación del Señor. Él adoptó a Israel como su preciada posesión; de entre todas las naciones, hizo de Israel su pueblo. El Señor es fiel a su alianza y sigue cuidando de su rebaño a pesar de su infidelidad y, a veces, de su abierta rebelión.
Así, el gobierno soberano del Señor hace que el mundo esté firmemente establecido y seguro. Los salmistas quieren que el lector comprenda esta verdad fundamental. Con esta visión del mundo como faro, los salmistas buscan prosperar y servir a Dios con devoción absoluta

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Lección 02 – Enséñanos a orar

La creencia de que únicamente la oración espontánea es real (no la oración de memoria) parece prevalecer entre algunos cristianos. Sin embargo, los discípulos de Jesús se sintieron inmensamente recompensados cuando le pidieron que les enseñara a orar. Dios colocó un devocionario, Salmos, en el corazón de la Biblia, no solamente para mostrarnos cómo oraba el pueblo de Dios en la antigüedad, sino también para enseñarnos cómo podemos orar hoy.
Desde la antigüedad, Salmos ha dado forma a las oraciones del pueblo de Dios, incluyendo las de Jesús (1 Crón.16:7, 9; Neh. 12:8; Mat. 27:46; Efe. 5:19). Esta semana, analizaremos el papel que desempeñaron los salmos para ayudar al pueblo de Dios a transitar su vida de peregrinaje y a crecer en su relación con Dios. Debemos recordar que los salmos son oraciones y, como tales, tienen un valor incalculable, no solo por su información teológica, sino también por el modo en que pueden enriquecer y transformar nuestras oraciones individuales y colectivas.
Orar los salmos ha ayudado a muchos creyentes a establecer y afianzar una vida de oración habitual y satisfactoria. Esta semana, seguiremos examinando Salmos, especialmente en el contexto de las ocasiones en que las cosas no nos van muy bien.

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Lección 01 – Cómo leer Salmos

La misión encuentra su origen y su finalidad únicamente en Dios. Esta misión no comenzó con el llamado a Abram (Gén. 12:1-4) ni con el Éxodo (Éxo. 12:31-42). Ni siquiera comenzó con Jesucristo en la Tierra (Mat. 1:18-25) ni con los viajes misioneros de Pablo (Hech. 13:4-14:26). Esta misión comenzó con Dios mismo, cuando trajo a la existencia el Universo y luego creó a la humanidad (Gén. 1:26, 27).
En las Escrituras, vemos a un Dios que intencionalmente se acerca a sus hijos y desea estar con ellos. Desde el principio, establece una relación con Adán y con Eva. Aun después de la entrada del pecado, él continúa con su misión. Pero esa misión ahora es restablecer su relación con la humanidad. Finalmente, la misión de Dios se cumplirá (Apoc. 21-22), y por esta razón debemos motivarnos en la labor de proclamar el evangelio eterno al mundo (Apoc. 14:6, 7).
Por lo tanto, el fundamento de todo esfuerzo misionero debe centrarse en una relación con el Creador y en la comprensión adecuada de su naturaleza y su carácter misioneros.

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